Anunciación.- Navidad es una fiesta hermosa que ensancha el corazón de los cristianos en la medida que celebran, en familia y comunidad, las festividades que comienzan desde el Adviento y se prolongan hasta el dos de febrero. El Adviento es la espera amorosa de la llegada de Dios en condición humana. El primer Adviento fue cumplido en aquellos que creyeron y amaron al ver al Niño Jesús. El segundo Adviento es para todos, la humanidad completa está a la espera de Dios. Para el pueblo cristiano, la Navidad es la renovación del encuentro con el Amor de Dios hecho hombre y la Epifanía, el momento en el que se recuerda que Dios es para todos: los magos de oriente se dejaron guiar por predicciones y profecías, siguieron la estrella y encontraron a Jesús.
La tradición de la “Rosca de Reyes”, en forma de círculo, significa la eternidad del Amor de Dios; de Dios mismo, si se quiere decir así, ya que en Él, esencia y existencia es una misma realidad. El Niño oculto en el pan representa a Jesús, el Camino, la Verdad y la Vida… El encuentro con la Humildad que Ama y que nos invita a caminar en comunión eterna. Las frutas cristalizadas que adornan la rosca, nos recuerdan la dulzura que Dios nos da para soportar con suavidad las dificultades del Camino y tener la esperanza puesta en Su presencia.
Quien se encuentra el muñequito escondido en el pan, se encuentra simbólicamente con el Niño Dios que todos buscamos, que todos esperamos, que todos deseamos, y por eso, al encontrarlo, se transforma en un ser que comparte, y se prepara para la Celebración de la Presentación de Jesús en el Templo, la Purificación de María, el día de la Luz (La Candelaria), que es cuando invitará tamales, atole y champurrado a sus familiares y amigos.
Así es que, el 2 de febrero, el pueblo cristiano se alegra y anuncia al mundo entero que Jesús es la “Luz del Mundo”, y asume, al mismo tiempo, que cada bautizado está llamado a compartir la Luz de Cristo a la humanidad. Hay dos personajes importantes ese día: el anciano Simeón que dijo que sus ojos al fin habían visto al Salvador, y la profetisa Ana que salió a decir a todo el pueblo que ya Jesús había nacido y que estaba siendo presentado en el Templo. Ellos lo esperaban, y al verlo, creyeron en él.
Esta noche, los papás cristianos, en todo el mundo, se inquietan por hacer llegar a sus hijos algún regalo de parte de los reyes magos, para simbolizar los regalos que ellos hicieron a Jesús. Melchor, Gaspar y Baltasar con el incienso, el oro y la mirra, reviven en el corazón de las familias llenando de sorpresas e ilusiones la vida de los más pequeños. Al menos 400 mil niños mexicanos recibirán regalos en los albergues e internados en los que viven. Hará falta reunir a 400 mil mexicanos que quieran compartir su fe con esos niños y no dejarlos al margen de la sorpresa y la alegría de una dulce Novedad y Navidad en su vida.