Guadalupe Esquivias y Elizabeth Cruz.
Anunciación.- En un altar sumamente sobrío revestido de símbología purépecha, con una silla entallada con manos artesanas de Patzcuaro y de testigo la Virgen de la Salud Michoacana el Papa Francisco oficio la Santa Misa en el estadio Venustiano Carranza a donde acudieron sacerdotes, diaconos, religiosas, religiosos consagrados y seminaristas.
La gente que acudió al estadio fue citada desde las cuatro de la mañana, pero eso no importo para que al ver a su Santidad se desbordarán en porras y gritos para recibirlo.

Durante su homilía Francisco recordó al Tata Vasco, el español que se hizo indio y movido por su fe, su vida y su compasión para realizar propuestas que fueran un respiro ante la realidad injusta que pasaban sus hermanos purepechas.

Además apuntó hacia los religiosos: “Dime como rezas y te diré como vives, dime como vives y te diré como rezas y aprenderé a descubrir el Dios que vives y, mostrándome como vives, aprenderé a creer en el Dios al que rezas”.

Terminada la Misa, el obispo Salvador Rangel, responsable de la dimensión episcopal de la Vida Consagrada agradeció la presencia del Santo Padre en el estado y con el gremio de consagrados y religiosos ya que la visita los alienta a caminar por los caminos de la alegría del Evangelio, con espiritu de misericordia para poder contribuir a una sociedad más justa, reconciliada y en paz.

Francisco como ya es tradicional, dijo ante los asistentes a la hora de despedirse que: “No dejen de rezar por mi”. Después abordó un miniauto, el cual dio dos vueltas al estadio para saludar al público que jubiloso lo ovacionaba.