El cultivo de la amistad

El cultivo de la amistad

21 febrero, 2020

Por: Ana Teresa López de Llergo
Fotografía: Derechos Reservados

Celebrar el día de la amistad a muchas personas les puede dar la oportunidad de, además de pasar un día lleno de detalles hacia los seres queridos, profundizar en lo que significa la amistad en el día a día. Confirmar que cada persona es un tesoro y poner medios para conservar y mejorar esa relación.

En primer término, darse cuenta de que la amistad significa desear el bien para la otra persona, ese bien relacional se traduce en una donación personal, porque cada persona es un bien en sí. La condición de la amistad es la reciprocidad. Entonces esa donación es dádiva y es recepción.

Sabemos que cada persona es amada por sí misma. Aunque alguien nazca sin ser deseado, Dios sí le ama, éste es precisamente el punto más real y seguro, nunca debemos perderlo de vista. No es una ilusión inventada para animarnos, Jesús se lo dice a sus discípulos, y en ellos nos lo dice a todas las personas de todos los tiempos: “os he llamado amigos, y lo sois”. Dios no miente.

El género humano se caracteriza por la amistad, sin la amistad nos volvemos inhumanos. Sin embargo, cada uno tiene su modo de manifestar el cariño. Esto mismo ya es un aprendizaje y un modo de enriquecernos. Tratar de hacer a los demás como nosotros nos expresamos es un modo impositivo, irrespetuoso y empobrecedor.

La aplicación de la amistad es muy variada: hay amistad que es la base del amor entre los esposos; hay amistad llena de confianza entre los miembros de la familia o entre personas muy entregadas y serviciales; hay amistad entre personas muy semejantes en aficiones; hay amistad con personas que piensan de modo muy diverso. Esto nos hace ver que la amistad es muy amplia y no debemos empobrecerla por visualizarla mal.

Como vemos, el grado de amistad depende de la intimidad, pero lo ideal es cultivar las relaciones con la base de proporcionalidad de la amistad. El resultado de la amistad es hacer al amigo como otro yo, con algunos será el yo casi total, con otros será algún aspecto de mi yo.

El deseo de conservar las amistades es muy bueno, pero para conseguirlo necesitamos de las virtudes, por ejemplo, es indispensable la lealtad, la generosidad, el orden y la comprensión de las diferencias. También realismo y madurez para saber ubicar la amistad con las distintas personas, unas son exclusivas como las de los cónyuges, las hay pocas porque son más íntimas, otras incluyen a más personas porque abarcan aspectos más periféricos. Pero lo importante es abrirse a la amistad con todos: desearles y hacerles el bien.

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