
Seamos sencillos y estaremos siempre alegres
Todos deseamos estar siempre alegres, Y el secreto de esta actitud heroica, la podemos vivir si consideramos que el 90% de nuestras contrariedades suelen ser subjetivas, quizá por un excesivo amor propio. En este sentido, la imaginación es la loca de la casa. Poner buena cara cuando el “horno no está para bollos”, requiere de una actitud sencilla, porque al mal tiempo, darle buena cara.
La actitud positiva ante Dios, es de gran ayuda para mantenernos siempre serenos y alegres. Leamos unas breves, pero profundas consideraciones al respecto.
Sonría cuando una persona no le cae bien.
Pase por alto la indiscreción de una persona cargante.
Lleve con una sonrisa, las mil tonterías provocadas por pequeñas cositas que nos suceden cada día. Estas pequeñas cositas pueden esfumarse con buen humor.
Cuando nos topamos con una contrariedad real, hemos de tratar de disimularla, sobre todo ante aquellas personas que no nos pueden resolver el problema.
Es básico afrontar, estudiar y resolver los problemas con serenidad y valentía.
Si estamos de mal humor, contar hasta veinte: 1, 2, 3…, acabaremos riéndonos y empezaremos a intuir la paciencia y el buen humor.
Cuando lo que nos irrita tiene importancia objetiva y subjetiva, entonces es acertado quitarle importancia a lo subjetivo, dejando lo objetivo para estudiarlo y resolverlo. Las sugerencias que saquemos, al aplicarlas, nos llevan a la alegría en las contrariedades de la jornada, y así nos evitamos disgustos por nimiedades.
Para cualquier problema, conviene tener siempre presente a Dios, y escuchar las sugerencias de las personas que pueden arrojar luz, para resolver el problema. Es cierto que también existen problemas que por el momento no tienen solución. Pero nunca estar tristes por ello.
Los problemas existen para resolverlos con alegría.