“Ya es tiempo que comencemos, es decir, que continuemos con más decisión, a recuperar lo perdido y lograr un contrapeso a la creciente violencia dentro y fuera de nuestra sociedad”.
Renate Hänsel, Suiza

¿Qué entendemos por educación para la paz? 

Cuando los educadores hablamos de la educación para la paz, nos referimos a nuestros esfuerzos para orientar a los niños y jóvenes que nos fueron confiados para que: sean apacibles, es decir, considerados, cooperadores y que tengan una actitud positiva con los camaradas en la clase, en la vecindad, en la familia –con los hermanos y hermanas y también con los adultos-; que en caso de disputas y conflictos serios no recurran a la violencia como «solución».

Educar para la paz significa para nosotros además que: sean capaces de no dejarse someter por comportamientos o intenciones violentas hacia la propia persona, provenientes de adultos o de jóvenes de la misma edad; que sean capaces también de ver la injusticia, cuando son otros los que sufren la violencia; de tener consideración, ayudar o intervenir en defensa del que está siendo víctima de violencia, en caso que ésta no pueda defenderse. Finalmente, pensamos que la educación para la paz incluye: que niños y jóvenes sean capaces de participar en actividades –en pequeña o gran escala– orientadas al mantenimiento de la paz y a la prevención de la violencia, considerando que la paz debe ser cuidada a través de acciones que demuestren y fortalezcan la unidad y la confianza. Entre las pequeñas cosas contaría: el estar atento, participar en las cuestiones de otro, brindarle una alegría. En una dimensión mayor significaría: el comprometerse por cuestiones del bien común, sea en la clase, en la familia, como en la comunidad y en la sociedad en general.

Todo esto lo aprenden los niños y jóvenes a través de la orientación y el ejemplo que dan el educador y las personas a su alrededor. El objetivo es que el niño, en el curso de su aprendizaje y en su vida como adulto, llegue a iniciar y a realizar por propia cuenta todo aquello que se refiera a la paz. Es importante remarcar esto, ya que existe una diferencia entre el comportamiento del niño, condicionado por la presencia del educador, y lo que hace por motivaciones, convicciones y sentimientos propios. Esto último es más durable y flexible, ya que el niño y el joven, actúan –con espontaneidad y por propia iniciativa– social y pacíficamente, acorde a la situación.

¿Cuáles son las bases para el éxito de una educación para la paz?

La educación para la paz comienza con la persona del educador y en la familia: en cada palabra, en cada acción, consciente o no, se refleja la imagen del educador, sea dentro o fuera del hogar; en su actitud en general, en la manera de hablar a los niños y a los jóvenes, en los puntos en que hace hincapié, en lo que permite, en lo que interviene. Nos basamos en el concepto de la psicología personal –desde hace décadas confirmada por la investigación psicopedagógica– y que ha dado resultados positivos en la práctica terapéutica y educacional. La psicología personal considera al ser humano como una persona, un ente de la naturaleza que razona, que se desarrolla individualmente en el ámbito social, y que es capaz de diferenciar entre tendencias y valores positivos y negativos, y, por lo tanto, capaz de desarrollar valores morales y una ética.

Algunos principios importantes de la psicología personal y pedagogía, que consideramos significativos para el éxito de una educación para la paz, los presentamos a continuación, así como su influencia en la práctica pedagógica:

1.- Todos los seres humanos son iguales – sin importar a qué raza, etnia, clase social etc. pertenecen; por tanto, todos tienen los mismos derechos (derechos humanos) e igual dignidad.

2.- El ser humano es un ente capaz de aprender; desde el comienzo aprende todo –también la orientación de los valores– a través de las relaciones humanas y del intercambio social con las distintas personas de referencia.

3.- El ser humano no está determinado en el desarrollo de su carácter ni por sus instintos (Freud), ni por su condición social (Marx).

¿Qué tan importante es tener a Dios como nuestra principal esperanza en la búsqueda de una sociedad pacífica?

Es indispensable. Sin Él, no podemos nada. El ha dicho que a los que promuevan la paz, los llamará “sus hijos”, por lo tanto, seguro que nos apoyará en esta empresa, dándonos sus dones y sobre todo paz interior, para lograr nuestro objetivo.

En un estudio profundo de investigación, que tuve la oportunidad de realizar en instituciones altruistas, avalado por personas competentes en un postgrado (pertenecí a una AC y ahora trabajo en forma independiente), pude constatar lo siguiente:

Siendo un foro ideal para educar en una cultura para la paz a los jóvenes que llegan a nuestras instituciones con la intención de apoyar voluntariamente, desperdiciamos, a veces, la oportunidad de capacitarlos en estos ideales de la paz y sus valores indispensables.

En algunas ocasiones, el principal factor que impediría esta formación, es que no lo tenemos contemplado como proyecto y otras veces, en algunas de estas instituciones, hemos dejado que impere el “poder” en el personal administrativo, no como factor de autoridad de servicio, sino con una ideología de imposición y falta de democracia, situación que no es ejemplo a seguir como educadores para los jóvenes.

La resolución de conflictos es un tema muy importante a resolver, algunos de los integrantes de estas instituciones, no sentimos que se nos tome en cuenta para las decisiones básicas como puede ser a quien se dará el servicio. Aunque no siempre pasa esto, cuando sucede, se crean conflictos difíciles de resolver, que se podrían evitar con el diálogo, la comprensión. Y con técnicas de resolución de conflictos.

Si formamos parte del personal administrativo-organizacional, no siempre nos ponemos en “los zapatos de otros”, aunque el espíritu básico de la institución así nos lo proponga como parte de la imagen corporativa en los ideales del servicio.

Estas instituciones filantrópicas, podrían ser una alternativa para la educación para la paz, unas sí lo logran, pero la mayoría no hemos hecho conciencia de que conseguiríamos ser agentes de cambio en nuestro país, fomentando los ideales de la democracia pacífica y promoviendo en nuestra juventud, a través de estos espacios,  valores auténticos que la cultiven.

Influiríamos probablemente en forma positiva, tanto en los hogares de nuestros jóvenes, como en los medios sociales políticos y culturales de nuestro entorno, posiblemente también en los medios de comunicación, aunque reconozco que, como instituciones, no somos perfectas, sino perfectibles y no siempre se puede lograr lo que uno se propone.

Por otro lado, creo que la visión prospectiva creativa debe prevalecer en estos lugares y la esperanza de un futuro mejor no debe faltar como motivación en los derechos humanos.

La investigación y la evaluación continua podrían crean nuevos espacios para la no violencia, no sólo en estos lugares, sino en muchos otros.

En esta investigación constatamos que la mayoría de los encuestados están de acuerdo con que estos lugares son ideales para educar en una cultura para la paz, ya que tanto las instalaciones, como el perfil de la institución, así lo indican y podríamos ser un ejemplo para otras instituciones.

La mayoría coincide en que el trato a las personas a las que se les da el servicio altruista o filantrópico, por parte del personal en general, es un trato fraterno y digno de encomio, otra razón importante, por la cual estos lugares son un foro ideal para la educación de la paz.

La imagen corporativa de nuestras instituciones mejoraría en un alto porcentaje, ayudando con esto a incrementar los donativos tan indispensables para el trabajo de nuestras instituciones.

Gracias por permitirme dar mis modestos puntos de vista en este tema tan importante que es: “la promoción de una cultura para la paz en los jóvenes, basada en los derechos humanos, en instituciones con fines filantrópicas o altruistas”. Espero que todos podamos apoyarnos, reflexionando los diferentes puntos de vista aquí expuestos.