Fernando Velázquez, un hombre alegre, impaciente y lleno de un espíritu navideño inconmensurable, regala chocolates desde hace más de una década y ha hecho de su casa-oficina, una verdadera casa de Santa Claus.
La naturaleza se alegra, los animales y nosotros, los seres humanos, nos alegramos en grande al recibir el más grande Don que Dios ha hecho a los hombres: enviarnos a su Hijo Jesús al mundo.
Y, en la práctica, todo se reduce a intercambiarse regalos, a organizar brindis, a tener comidas con abundantes bebidas. Es decir, se ha perdido la brújula sobre el verdadero sentido de la Navidad.
Qué lección tan grande la de cómo Dios cuida de todas sus criaturas, pero ese cuidado tiene un orden: las personas somos administradoras del bien estar de todos, hasta de los animales. Este es el mensaje de fondo del cuidado de ese perrito que asume una persona sensible.
Durante el mes de diciembre se suman voluntarios a la Comunidad de Sant’Egidio para brindar la comida de Navidad a amigos de diversas partes de la ciudad que viven en condiciones de pobreza y a quienes se les brinda un espacio de convivencia marcada por el espíritu de fraternidad