Es sorprendente la capacidad que tenemos los humanos para acostumbrarnos a lo más trascendente en vez de solucionar prioritariamente los cuestionamientos anteriormente mencionados, como auténticos chiquillos en la infancia nos llenamos de juegos y diversos entretenimientos; en la adolescencia nos atraen las fiestas, los deportes, las chicas; luego viene la edad de los grandes ideales y metas para estudiar las carreras universitarias, obtener un título.
Esta crisis nos da la oportunidad de revisar ciertas costumbres que hemos adoptado y que ahora vemos cómo nos afectan y la imposibilidad de resolver con ellas los problemas actuales, porque no han forjado virtudes sino todo lo contrario, nos han llevado a una vida confortable y blanda.
En nuestros días la IA es la tecnología de mayor impacto disruptivo en la sociedad. La IA utiliza el mundo como laboratorio. Su presencia en todo tipo de dispositivos como robots, drones, smartphones, vehículos y en sistemas inteligentes, aunque invisible, comienza a ser ubicua.
El amor es posible si tú y yo amamos a los que tenemos enfrente con pequeños detalles concretos. Y para esto, el servicio es indispensable. Servir, ayudar, dar, sostener, acompañar, sonreír y esto con alegría. Qué delicia es vivir con gente que se da a sí misma, se entrega en la vida cotidiana, se adelanta, hace las tareas de la casa y convierte en hogar todo lo que toca. Y esto se llama virtud.
La trata de personas es un gran crimen contra la humanidad pero, aunque es un delito que todos reprueban, hoy mismo es una plaga difícil de erradicar. ¿Qué propone el Papa Francisco para salvar a las víctimas del tráfico de humanos?