Anunciación.- Cada ser humano está concebido para que todas sus actividades manifiesten las distintas maneras del afecto. Esto es así porque la persona está diseñada para recibir y dar amor. Pero, también es necesario distinguir la gran riqueza del amor y sus manifestaciones. Al distinguir también sabremos expresarnos del modo adecuado, según las circunstancias y los destinatarios. 

Desgraciadamente el mundo está sumamente erotizado, y cuando se habla de amor prácticamente se confunde y se reduce a las relaciones sexuales. Y, esto es empequeñecer el concepto de amor y confundir las relaciones humanas. El amor tiene muchísimas manifestaciones, en general se puede hablar de amor a Dios y amor al prójimo. También hay un aprecio por los objetos cuando nos recuerdan a alguien.

Una forma de amor es la amistad en donde se da una cercanía muy especial entre  las personas. Resulta de un trato sincero, cercano y constante. Dos almas se encuentran y los sucesos en una de ellas producen resonancia en la otra. Así cuando uno está alegre y comunica su alegría, se multiplica esa alegría. Cuando hay tristeza y se comunica esa tristeza es más llevadera.

Por eso, la verdadera amistad no se reduce al festejo de un día o a manifestaciones más o menos pasajeras. La amistad es un estado del alma que incluye acciones concretas para conseguir lo mejor para el otro, y eso con un sentido de responsabilidad para donar lo mejor de sí y ayudar a que la otra persona también mejore.

Una amistad que no mejora al otro no es amistad auténtica, se confunde con la complicidad donde se ocultan ciertos hechos porque son transgresores y en el fondo avergüenzan. La amistad se cultiva, exige entrega, capacidad de renunciar a los propios planes cuando la otra persona nos necesita. Al renunciar a los propios planes, el trato humano aporta una gran alegría.

Las relaciones amistosas benefician a las instituciones, desde la familia, la institución laboral hasta la propia nación. Estos entornos refuerzan las afinidades profundas y la necesidad de establecer una convivencia que no es la de encuentros pasajeros sino la de aprecio y estima. En la amistad se honra a los demás. La colaboración, así es benéfica.

Las amistades con estas características son pocas, por eso, han de cultivarse con esmero.

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