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EL OPTIMISMO SIEMPRE VENCE 2>

Estoy sorprendido por la oleada de pesimismo en que viven buena parte de los ciudadanos mexicanos con el arribo el poder del Presidente Andrés Manuel López Obrador. Es innegable que ha cometido muchos errores; que el costo de la vida se ha incrementado de modo escandaloso, porque ha aumentado mucho el precio de la gasolina (entre otros muchísimos factores); que el desempleo se ha disparado lo mismo que la pobreza extrema; que estamos imbuidos en una crisis económica sin precedentes (algunos economistas la relacionan con la Revolución Mexicana); que la construcción de sus obras sexenales han costado mucho más de lo presupuestado; y, sobre todo, que no se ha elaborado un plan serio y eficaz  para resolver de fondo esta lamentable situación y a la que se le debe dar un estricto seguimiento.

Ahora bien, me parece que eso no justifica el que haya personas que todos los días y a toda hora estén hablando de esto.  Suelen decir: ¿Ya sabes la última novedad de López Obrador?

Y se van intoxicando de noticias tremendas y, en ocasiones, exageradas o sin fundamento claro. Por supuesto que en las reuniones con amistades le siguen dando vueltas a todo esto.

Es lo que la Psiquiatra Marian Rojas (hija también de otro notable Psiquiatra Enrique Rojas), autora de varios libros, denomina “personalidades tóxicas”., en su libro “Cómo hacer que te pasen cosas buenas”. También el Dr. Francisco Ugarte en su “best seller”: “Del Resentimiento al Perdón” comenta que muchas veces el que odia se toma un veneno con la “peregrina” idea de que, haciendo eso ¡le va afectar a un tercero ausente!

Pero, ¿qué es el optimismo? Es la tendencia a ver y a juzgar las cosas en su aspecto más positivo o más favorable. Es, también, una perspectiva y esperanzada del presente y el futuro, de sí mismo y del mundo que lo rodea. Una persona optimista son esas amistades que se agradece tenerlas porque ven la realidad con otra visión y saben animar, aconsejar, orientar cuando el amigo está ofuscado ante un problema o dificultad.

Tengo una Tía, ya mayor, que me dice:

-“Veo los noticieros de televisión por la noche y luego me entra insomnio y no puedo dormir y concluyo ¡qué mal está México y el mundo en general! Tía, le digo: Por favor, no vea esos noticieros tan sensacionalistas que habitualmente se salen fuera de los hechos objetivos. No dejan nada de provecho.

También yo reviso diariamente los periódicos en busca de buenas noticias. Y casi a diario me llevo el chasco o la decepción de no encontrar ninguna porque casi toda la prensa está contaminada de malas noticias, de tragedias automovilísticas, de asesinatos o secuestros, etc. Luego me voy a la sección de economía y finanzas y está mucho peor, lo mismo que las noticias internacionales. En la cultural hay poco de positivo porque también está contaminada de la misma visión negativa. Finalizo con la deportiva y ahí me encuentro con atletas mexicanos que están superándose y han destacado mucho. Algunas corredoras mujeres que se preparan con la ilusión que sean seleccionados para las próximas Olimpiadas de París en 2024.

Hace un par de meses saludé a un amigo de Aguascalientes y me decía que esta ciudad está teniendo un notable “boom” económico por la cantidad de inversiones nacionales y extranjeras, así como con el aumento de las maquiladoras Naturalmente, la ciudad ha crecido en forma destacada.

Le preguntaba:

“-¿Y por qué esto no se difunde en los medios de comunicación?

-No lo sé -me comentaba- probablemente será esa campaña de hablar mal del gobierno de México”.

Como aquel amigo, el Licenciado Francisco Javier González Garza´, quien es Presidente Nacional de la destacada institución “A Favor de lo Mejor”, y por el que tengo gran estima, y que, en una nutrida reunión, decía:

-“Hay que cambiar el discurso negativo que nos invade y, sin ignorar la realidad:, hablar en tono positivo y optimista. Es precisamente lo que necesita nuestro país”.

Efectivamente, para la reconstrucción nacional de México en todos sus ámbitos, necesitamos tener la mente serena para buscar: un posible candidato que sustituya a López Obrador, así como el empuje necesario para realizar estudios y planear acciones prácticas y concretas sobre la Economía, la Política Internacional, las Finanzas nacionales, etc.

¿Por qué? Porque el buen humor, el entusiasmo y la alegría producen la salud mental necesaria para buscar y encontrar soluciones porque la mente se clarifica. Como escribe el escritor Couverbiére: “El humor es un gran médico. Su eficacia terapéutica se debe al hecho de que constituye el clima psicológico ideal para que el sistema nervioso, que es la clave de la salud, pueda realizar su trabajo regulador en las mejores condiciones de facilidad, de buena circulación vital y de relajamiento”.

Si procuramos estar siempre en paz y contentos a nuestra vida sobrevendrá una profunda felicidad, aun en medio de crisis económicas, ineficaces gobiernos, de sufrimientos, penas y contrariedades.

Para permanecer alegres NECESITAMOS LA PACIENCIA 2>

La tristeza es la pasión más terrible que impide la acción de la razón. Se necesita una virtud que anonade a la tristeza y nos haga alegres, la cual es la paciencia.

Con la paciencia “soportamos los males con igualdad de ánimo, sin que la cobardía nos haga abandonar el bien que ha de conducirnos a los cielos” (san Agustín).

La paciencia hace soportar la adversidad: Reprime primero la tristeza, evita el odio, deja campo libre a la caridad e impide las reclamaciones injustas.

La caridad es paciente. “El ardor del deseo produce la tolerancia de las penas y de los dolores; nadie consiente de buena gana en lo que lo tortura, si no es a causa de lo que le regocija” (san Agustín).

La paciencia es la raíz de las otras virtudes porque aparta los obstáculos para su ejercicio, por ejemplo: la virtud de la longanimidad: atiende a un bien más o menos lejano, y no se desanima por la prolongada espera en conseguirlo. La virtud de la constancia: no contenta con esperar pacientemente el bien que resultará de la pena, se dedica con obstinado trabajo en realizar ese fin.

Para “hacer el bien” hay que acometer empresas arduas  y para “evitar el mal” hay que sufrir situaciones muy diversas. La paciencia se considera, por tanto, una parte de la fortaleza.  especialmente si se trata de sufrir las contradicciones como el dolor, y la  más fuerte  para el hombre, como es la muerte.

La paciencia en cuánto hábito nos conduce a una firme adhesión al bien; sólo la adhesión al bien que peligra, hace posible rechazar el mal que se le opone. Santo Tomás define la paciencia como la  virtud, por la que los males presentes se soportan de tal modo, que de ellos no se deriva nunca una tristeza sobrenatural. La paciencia permite estar alegremente  unidos a Dios.

La paciencia en cuánto hábito nos conduce a una firme adhesión al bien; sólo la adhesión al bien que peligra, hace posible rechazar el mal que se le opone. Santo Tomás define la paciencia como la  virtud, por la que los males presentes se soportan de tal modo, que de ellos no se deriva nunca una tristeza sobrenatural.

Con la perseverancia está relacionada la paciencia, porque ambas son parte de la fortaleza en cuanto es propio de esta virtud cardinal resistir el mal. La paciencia fortalece al alma para que supere la tristeza proveniente de los males que hay que soportar.

Solo la caridad –el amor a Dios más que todo- inspira el sacrificarle todos los bienes creados, por lo tanto: soportar con alegría todas las penas que resultan de la  privación. La paciencia “soporta voluntariamente y todo el tiempo que sea necesario, cosas difíciles penosas, por un objeto penoso y útil.” (Cicerón).

Es importante que nos eduquemos en la paciencia. No nacemos pacientes: Como toda virtud esta se adquiere con repetición de actos.